CONSEJOS PARA SUPERAR LA ANSIEDAD
Era el año de 2004, cuando conducía rumbo a casa después de una jornada de trabajo exhaustiva, comunmente recorría aproximadamente 16 kilómetros de distancia, cuando de repente comencé a sentir una sensación en los brazos, me hormigueaban, era algo extraño que jamás había experimentado, mi cerebro no comprendía lo que sucedía ya que era algo angustiante sin sentido.
Me sentía extraño, como si algo me fuera a suceder pero no encontraba una explicación por lo que mi instinto me decía que siguiera conduciendo, pero necesitaba hablarle a alguien para platicarle lo que estaba pasando y cómo me sentía, así que tomé mi teléfono celular y realicé una llamada, del otro lado de la bocina contesta una amiga a quién le decía lo que pasaba en ese momento pero ella estaba ocupada con su prima comprando ropa por lo que me colgó sin
dejarme contarle lo que ocurría.
Fue entonces que decidí llamarle a un amigo, él estaba en su trabajo y comencé a platicarle, me dice no te preocupes te acompaño en la llamada hasta que llegues a tu casa, para eso son los amigos, continuamos platicando hasta que comencé a sentirme mejor al cabo de unos minutos, llegué a casa, le agradecí antes de colgar.
Pasaron los días y yo continuaba un poco preocupado, sientiendome raro, imaginando que quizás lo ocurrido fue por fatiga y presiones laborales además de que habían pasado algunas semanas de que mi abuelo había fallecido y unos años antes mi padre también.
Recuerdo que platiqué esto con un compañero de la oficina pues ambos estábamos conscientes de que vivíamos una etapa de demasiada tensión por la carga de trabajo, resultó que él estaba pasando por lo mismo que yo, teniendo sensaciones extrañas con pensamiento intrusivos que ahora sé lo que significan pero en ese momento ambos lo desconocíamos.
Nunca pensamos en pedir ayuda pues creíamos que nos tacharían de exagerados, de que no aguantábamos la presión en el trabajo y que en algún momento nos podían hasta correr, por lo que seguimos con nuestras actividades soportando estas terribles sensaciones.
Después de un tiempo me volvió a suceder pero ahora estando en casa, era un sábado por la mañana mientras me estaba bañando, comencé a sentir nerviosismo por lo que me salí rápidamente de la regadera para secarme, seguido de vestirme para bajar rápidamente a la sala y buscar si alguien estaba en casa para platicarle lo que estaba sintiendo.
No encontré a nadie por lo que sentí miedo al estar solo y decidí hablarle a una vecina quien de inmediato llegó a mi casa, en ese momento le llamamos al doctor de cabecera del fraccionamiento donde vivía, llegó con prontitud, lo clásico llegó con su maleta, la abrió, sacó su estetoscópio comenzó a medirme mis latidos, después la presión y solo me dijo, son nervios, tómate este medicamento que contiene vitamina B, te hará sentir mejor y así fue, por el
momento.
Mi madre comenzó a preguntarle a sus amistades si sabían algo de esto que le sucedía a su hijo pues le preocupaba que no supieran qué era lo que tenía, bueno pues hasta consultó a una señora que “hacía limpias” para ver si era algo sobrenatural y sí, la señora llamémosle Agustina, me hizo una limpia pero no funcionó, al contrario me sentía peor porque me sugestioné.
Continuaba con las actividades cotidinas pero ya no era lo mismo pues sentía incomodidad, angustia y en ocasiones desesperación porque era algo que ni mi compañero de trabajo que vivía lo mismo que yo, podíamos explicarlo, ya de plano ambos nos llamábamos por celular cada vez que conducíamos hasta que cada uno llegaba a su destino, esto ya era inconcebible. Lo que no sabíamos y nadie en ese momento era de la existencia de los ataques de ansiedad.
La siguiente opción según consejo de un familiar, era visitar a un profesional de la salud, es decir un Psicólogo y así, pasaron algunos meses yendo con esta persona pero llegó un día que yo mismo le pregunte ¿qué es lo que me pasa? porque llevamos ya tiempo en esto y solo me siento a platicar cosas de mi, solo me respondió je je te voy a dar un mal consejo, “no te tomes la vida tan en serio”, por lo que agarré valor y decidí ya no regresar con él, porque ese “consejo” no
me sirvió de nada.
Llegó un momento en mi vida que ya no quería manejar, ya no quería salir solo a la calle y en algún momento pensé en dejar mi trabajo, pero esto último no sucedió, agarré valor, coraje y aún con miedo logré hacer mis cosas cotidianas hasta que poco a poco dejé de tener miedo.
Después de muchos años de pensar que era prueba superada, llegó la Pandemia del COVID 19 a México y en abril de 2020, nos confinaron a todos.
Esta historia continuará…